Las fantasías sexuales son uno de los grandes motores de esos deseos que tenemos siempre en mente. Y es que somos seres sexuales por naturaleza, y vale más entenderlo y canalizar esos deseos para bien, que reprimirlos y crearnos problemas y trastornos. El sexo, por fortuna, ya no se basa solo en buscar la reproducción de la especie. Desde hace décadas, los métodos anticonceptivos han facilitado la labor a aquellos que simplemente quieren disfrutar del placer por el placer. Las relaciones se han abierto mucho en ese sentido, y el sexo está dejando de ser un tabú. Poco a poco todo se está abriendo mucho más, tal vez demasiado, como alertan algunos expertos, que temen una hipersexualización de la sociedad. El acceso a porno a través de Internet está convirtiéndose en un problema, especialmente para los más jóvenes, que llegan a este contenido a una edad demasiado temprana. Sin embargo, cuando uno entiende que la sexualidad es algo natural y es lo suficientemente maduro como para canalizarla hacia su satisfacción y bienestar, todo va mucho mejor.
Las fantasías son una parte indispensable de ese proceso, ya que nos generan esa chispa especial que hará que queramos disfrutar de esas experiencias sexuales con nuestra pareja. A veces estas fantasías son muy sencillas o comunes, como la de tener sexo en la playa, algo que todos hemos pensado alguna vez. En otras ocasiones, las fantasías suponen algo más de complejidad, ya que se basan en fetiches más concretos, como los juegos de rol, los uniformes o incluso el sadomasoquismo. En otros casos, las fantasías necesitan de una logística mucho mayor que tener simplemente una cama cerca. Por ejemplo, el famoso High Mile Club, que hace referencia a las personas que han tenido sexo a bordo de un avión. Con las condiciones de seguridad que se dan actualmente en los vuelos, esto ya no es tan sencillo como hace unas décadas, cuando los baños del avión servían como lugar de “reunión” para los amantes. Sin embargo, este club se sigue expandiendo, a través de nuevas modalidades como los vuelos privados, donde uno puede dejarse llevar por la pasión.
Qué significa High Mile Club
Antes de profundizar en el tema vamos a dar un poco de contexto, para aquellos que todavía anden perdidos. El High Mile Club es una especie de grupo ficticio, no literal, que engloba a las personas que han disfrutado de sexo a bordo de una aeronave. No es una institución real, ni un grupo que se reúna cada cierto tiempo. Es más bien una distinción honoraria para aquellos que han podido gozar de la pasión carnal en un lugar tan especial como un avión.
Y es que solo unos privilegiados pueden actualmente unirse a este club, dadas las limitaciones que las aerolíneas ponen a la hora de acudir al servicio durante los vuelos, por ejemplo. La expresión High Mile Club vendría a traducirse como Club de la Milla Alta, y se popularizó en los años 70, cuando los vuelos comerciales comenzaron a ser más económicos y habituales.
El distinguido club del sexo en el aire
Tener sexo en un avión se convirtió en su momento en casi una obsesión para muchas personas. Y es que no se trata solo de disfrutar de un encuentro sexual en un lugar tan especial, sino de pertenecer precisamente a un club selecto. Porque no todos pueden llegar a ese punto, o al menos en aquel momento, no todos podían permitírselo. Los billetes de avión eran caros y evidentemente, tener sexo en ellos estaba prohibido. Algunas aerolíneas, de hecho, amenazaban a los pasajeros con impedirles volver a volar si les encontraban teniendo actitudes indecorosas en el baño. Y es que lo más habitual era poder encerrarse con la otra persona en los lavabos del avión, a pesar de su pequeño tamaño, para disfrutar del placer carnal con algo de intimidad al menos.
Más allá de los vuelos comerciales existen otras formas de entrar en el High Mile Club. De hecho, la más exclusiva es conseguir un vuelo privado, donde la seguridad a bordo es mucho más laxa, y permitirnos el lujo de divertirnos no solo en el baño, sino donde queramos. La mítica escena de la película El Lobo de Wall Street lo muestra perfectamente. Un avión privado fletado por multimillonarios de Wall Street, con mucha droga, alcohol y mujeres. Sexo por todas partes, en cualquier lugar del avión. Podríamos pensar que la situación se ha exagerado para la película, pero en realidad, en los años 80 y 90, esto era habitual sobre todo entre los hombres más ricos. Hoy en día todavía hay muchos millonarios que presumen de tener sexo de forma recurrente en sus aviones privados.
Pilotos, azafatas… y también profesionales
Por pura lógica, cuando buscamos a los socios más habituales de este club, tenemos que irnos al mundo de la aviación comercial para encontrarlos. Hay muchos millonarios y empresarios que gracias a su dinero pueden pagarse vuelos privados y tener sexo en ellos si quieren. Pero trabajar en este sector, volando cada día, te da aun más opciones de conseguir entrar en el ansiado club. Es cierto que estás en el trabajo y es bastante peligroso jugarse el puesto por algo así, pero con cuidado y con experiencia, nadie tiene por qué enterarse… De hecho, la tripulación de cabina y los pilotos tienen acceso a zonas del avión que están restringidas a los pasajeros. Esto hace que los rincones donde poder dejarse llevar por la pasión se multipliquen.
En el caso de las profesionales del sexo, muchas veces también son contratadas por hombres ricos para sus vuelos privados. Las acompañantes de lujo están muy acostumbradas a realizar este tipo de viajes con los millonarios, acompañándoles a cualquier escapada de negocios o de placer. Al ser aviones privados, o estar en primera clase, siempre tienen mayor libertad para llevar a cabo esta fantasía. Los hombres con mucho dinero presumen de poder pagarlo todo y ser capaces de llegar donde otros no pueden gracias a su fortuna. Demostrarlo a través del sexo en un avión es una de las formas más excitantes de llevar a cabo este tipo de fantasías.
Una fantasía recurrente
El High Mile Club ha sido un tema recurrente en muchísimas películas y series de televisión. Es una de esas fantasías que, aunque no conecten tanto con el ciudadano de a pie, sí que nos han logrado vender como algo exclusivo y espectacular. Y no es para menos, teniendo en cuenta que pertenecer a este exclusivo club no es sencillo, pero eso lo hace aún más excitante.
La comodidad queda en un segundo plano, porque el morbo de hacerlo en una aeronave, a miles de pies de altura y rodeados por un montón de desconocidos, es lo que realmente enciende la fantasía. En algunos países ya se está poniendo de moda lo de alquilar “avionetas del amor”, pequeñas naves que dan una vuelta durante una hora, tiempo suficiente para que cualquiera pueda cumplir la fantasía del sexo en el aire por un módico precio.